( En ocasión del día del Maestro)
Recientemente me vi envuelta en una situación académica nada agradable. Se trataba de quejas y lamentos de unos alumnos quienes con pelos y señas expresaban su desilusión y descontento sobre la manera o forma en que un docente exponía sus clases y dejaba las tareas ex – aula. Una manera poco clara y según ellos atestiguaban, poco convincente, sin desarrollo de temáticas y un contenido incoherente.
Recientemente me vi envuelta en una situación académica nada agradable. Se trataba de quejas y lamentos de unos alumnos quienes con pelos y señas expresaban su desilusión y descontento sobre la manera o forma en que un docente exponía sus clases y dejaba las tareas ex – aula. Una manera poco clara y según ellos atestiguaban, poco convincente, sin desarrollo de temáticas y un contenido incoherente.
Las quejas sobre este docente no son nada nuevas, como tampoco lo son de otros (incluyéndome) pero en el sentido de exigencia y rendimiento. Esto último por supuesto, es lo deseable a mi manera de ver, y lo explicare más adelante.
Al final los alumnos decidieron seguir con el docente que no les exige y presentar lo solicitado (lo cual era imposible de elaborar al menos en unos 6 o cinco meses por los contenidos del tema) sin saber a ciencia cierta qué es lo que realmente han desarrollado, limitándose a copiar y pegar y a tratar de adivinar lo que realmente el docente pedía, lo cual por lo conversado con él, se resumía a una mera lista de pasos a seguir para desarrollar lo pedido.
Como soy conocedora de la asignatura, esto me pareció descabellado; pero como docente respetuosa de cátedras ajenas decidí no inmiscuirme y observar los hechos.
Es por ello que esta situación me hizo reflexionar sobre el papel que jugamos los docentes con los alumnos en educación superior. Descifrar lo que el alumno promedio espera no está difícil; en mi lectura de más de trece años en docencia superior, y en estos últimos casi dos años, en los cuales me he dedicado a ella a tiempo completo, me doy cuenta que lo que esta persona promedio desea es solamente una cosa: pasar a como dé lugar la asignatura sin que ello implique aprender.
Lo que no sabe el alumno, es que al momento de ejercer la profesión de su elección y que están estudiando, se enfrentaran a un mundo real totalmente diferente a lo que la teoría dice, a lo que algunos docentes quieren (que todos sean empleados y no emprendedores) por su falta de experiencia en la práctica laboral, o a lo que la misma sociedad demanda.
Y es que esta actitud de “pasar como sea” y…”sobre quien sea” es simplemente la “actitud de calidad media”.
Esa acción de mala calidad, del medio, del promedio, de la moderación mal entendida, es aquella que define que ni nada es inferior, ni nada se puede descalificar. Por igual es la manera de enseñar de algunos docentes, quienes se arropan con la perorata del: “pobre alumno de la universidad de El Salvador”, quien por ser pobre no se le puede exigir, no se le puede pedir que mejore, sino que en ton y son lastimero se le “ayuda” a pasar la materia porque el “pobrecito es pobre”.
Esta actitud en el docente es peor que la del alumno, porque el docente tiene la gran responsabilidad de moldear vidas, de dar herramientas para formar profesionales competentes. El docente como tal se ve en la obligación, no solo ética sino también moral de desarrollar competencias y en el compromiso de ser claro con alguien que posiblemente no las tenga ni las tendrá en la especialidad que ha decidido desarrollar.
Un docente acomodado, lastimero, con poca visión de su propia profesión, vaga experiencia en la misma y con una mentalidad del medio, es simplemente una persona mediocre.
El diccionario define claramente que el ser mediocre es de calidad media, de mala calidad y que la mediocridad es una cualidad de mediocre.
¿Estaremos haciendo esto en la Universidad de El Salvador, produciendo mediocridad al mil por ciento?....o estaremos buscando la excelencia en todos nuestro actos empezando por los contenidos de información que facilitamos al alumno y la manera que los formamos?
La gran responsabilidad de la UES es producir no buenos profesionales, sino excelentes; con habilidades y destrezas que demuestren competencia en la especialidad, porque la realidad del país lo exige, la sociedad lo demanda y la Patria lo espera.
De mi parte, prefiero que digan que soy sumamente exigente, que enseño a que me señalen como una docente con quién cualquiera pasa….” a como dé lugar”; porque en este devenir de la docencia, he aprendido que no es solo cuestión de medir y ser medido sino de aprender. Eso es otra cosa, y como acto, requiere de compromiso y esfuerzo, no solo de parte del alumno, sino también de quien imparte la materia.
El proceso de enseñanza-aprendizaje no es tan simple como muchos creen, porque implica el percibir las diferencias individuales, impulsarlas, acrecentarla y elevarlas a un nivel de competencia tal que haga sentir al alumno la calidad de enseñanza a la que está sometida y con la cual estará suficientemente cualificado para poder ejercer. Aprender en ningún momento se debe de leer como tener buenas calificaciones. Lo importante es aprender y a veces eso requiere no de uno sino de dos o tres intentos, sino más; o de aceptar la revelación de lo que creíamos era nuestra meta, resulta que está totalmente equivocada y debemos cambiar el rumbo. Aprender es crecer como persona, madurar y no se termina este proceso sino hasta el momento que se desliga de este mundo terrenal, y aun en ese momento crucial se inicia un nuevo tipo de aprendizaje.
No es mi propósito reducir a las personas a una dimensión, porque ello las degrada, no es cuestión de medir y ser medido, es cuestión de competir con las competencias necesarias, esas que le permiten al individuo acomodar, administrar sus relaciones con los demás, aprobar exámenes, derribar a los competidores, seducir y presionar a docentes y hasta jurados con su calidad elevada y modelarse a sí mismo como un “producto” necesario y altamente deseable. Cuando esto sucede en la vida de la persona, es cuando destaca, y es feliz. Así de simple.
Espero que este día del Maestro, mis alumnos siempre me empujen a ser una mejor persona, a aprender de ellos y sobre todo a no ser mediocre, ni a infectarlos a ellos con ese virus tan letal que ha existido desde principios de la humanidad.
Que el Señor, quien da las habilidades y competencias, les ilumine y guíe en este peregrinaje llamado vida.
Saludos.